domingo, 29 de agosto de 2010

La biopiratería en el Ecuador: El reflejo depredador de los “países desarrollados”




La zona tropical en la cual está ubicado el Ecuador, le permite ser dueño de una increíble e inigualable biodiversidad única. Por esta razón, Ecuador ha sido calificado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, como uno de los 10 más ricos y mega diversos del mundo, en donde también hacen constancia países sudamericanos como Perú, Colombia y Brasil. Sin embargo, esta rica biodiversidad es vista como una mina ecológica por varios científicos estadounidenses y europeos que durante siglos, han robado, secuestrado y exportado ilegalmente miles de muestras biológicas encontradas en nuestros suelo para que posteriormente, sean analizadas y comercializadas en todo el mundo bajo el nombre de alguna empresa o laboratorio que desconoce totalmente la verdadero origen de estas substancias.

¿Qué es la biopiratería?

Académicamente, el término de biopiratería no es reconocido ni consta en los diccionarios de las distintas lenguas alrededor del mundo, pero varias organizaciones medio ambientales como por ejemplo el Rural Advencement foundation International (RAFI) han denominado a la biopiratería como: “el uso de leyes de propiedad intelectual (patentes y derechos de obtener) para tener el control monopólico sobre recursos genéticos que se basan en el conocimiento y la innovación de pueblos indígenas".Por otro lado, la organización peruana de Iniciativa Andino amazónica para la prevención de la biopiratería también denomina este término como : “el acceso, uso y/o aprovechamiento ilegal, irregular y/o inequitativo de recursos biológicos y sus derivados, así como de los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas asociados a ellos, en especial mediante el uso de la propiedad intelectual, con la finalidad de irrogarse derechos exclusivos sobre ellos”.

Los efectos de la biopiratería en el Ecuador.

Notablemente, los efectos de la biopiratería sobre nuestros territorio son malas. En primer lugar, el hecho de secuestrar, robar y posteriormente exportar ilegalmente material, muestras y especies naturales, constituye un delito para el patrimonio natural y para las reservas ecológicas existentes en nuestro país, ya que deteriora, altera y desequilibra el orden de nuestro ecosistema.

En segundo lugar, al patentar dichos “descubrimientos por parte de científicos extranjeros ”, se está reconociendo un hecho delictivo que plagia la propiedad intelectual, el conocimiento ancestral y el desarrollo científico milenario de nuestros antepasados que durante siglos, han utilizado plantas y sustancias inmersas en animales para desarrollar propiedades curativas naturales comúnmente utilizadas por la “medicina tradicional indígena”.

En tercer lugar, la comercialización de nuestro ecosistema por parte de las empresas farmacéuticas de los “países desarrollados”, significa una explotación ambiental con fines de lucro en la cual, no existe ningún tipo de remuneración social o económica equitativa hacia los pueblos legítimos dueños de dicha biodiversidad.
Por último, el reconocimiento legal de dichas patentes por organismos internacionales constituye un acto de racismo ya que se está insultando a la soberanía y al patrimonio cultural-natural de los pueblos americanos indígenas.

El robo de nuestro ecosistema por científicos extranjeros

Los casos de biopiratería en el Ecuador son infinitos y dignos de ser criticados por la comunidad internacional. Los primeros casos datan de la época de la conquista española sobre nuestros territorio. En las grandes carabelas provenientes de Europa, no solo viajaban conquistadores con hambre de oro y destrucción sino, que también eran abordadas por “científicos y nobles viajeros” con el compromiso de hacer una prospección de la flora y fauna existente en nuestras tierras. Así, cientos de animales, frutos y plantas “exóticas” fueron llevadas hacia Europa, como el caso de la “papa”, tubérculo desarrollado y domesticado en los andes sudamericanos.

Por otro lado, en el año 1976, el científico John Daly de la organización "National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases", recolectó más que 750 ranas venenosas de la especie Epipedobates tricolor de la zona sur de los andes ecuatorianos. Posteriormente, tras exportar ilegalmente este espécimen de rana, la misma fue triturada y desmenuzada para identificar el epibatidine, una sustancia toxica liberada por su piel que según el laboratorio que se encargó de los estudios en los Estados Unidos, calificó la sustancia como un analgésico 200 veces más poderoso que la morfina ( Gallardo, 2001).

Así mismo, en el año de 1996, el californiano Loren Miller, representante de la International Plant Medicine Corporation, recibió el pleno reconocimiento por parte de la Oficina de Marcas y patentes de Estados Unidos de ser el descubridor de la “Ayahuasca”, planta ancestral medicinal que ha sido utilizada por el pueblo Secoya en la amazonia ecuatoriana durante cientos de siglos para ritos ceremoniales y curaciones shamanicas (Biopirateria, 26, junio, 1996).

Lo lamentable es que estos no son los únicos casos existentes de biopiratería en nuestros país, ya que innumerables productos desarrollados por nuestros pueblos indígenas, como por ejemplo la uña de gato, la sangre de drago, los frijoles amarillos o el nuña, ya han sido patentadas por corporaciones farmacéuticas internacionales (Gallardo, 2001)

La ley internacional frente a la biopiratería

A lo largo de la ultima década del siglo pasado, el Ecuador se vio comprometido a fortalecer la protección ambiental de su patrimonio natural. Por esa razón, aprobó el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica en 5 de junio de 1992. Así también, consta la “ Decisión 391: Régimen común sobre accedo a los recursos genéticos la cual establece un previo “ contrato de acceso” a la persona que pretenda tener acceso a los recursos genéricos de un país para la realización de cualquier tipo de proyecto. Así mismo, obliga al pretendiente, informar y dar conocimiento al Estado del tipo de proyecto que se llevará acabo, la metodología a usarse, la obligación de poner en su conocimiento los resultados de las investigaciones, y su participación en los beneficios del uso de los recursos genéticos y sus productos derivados” (Galarza, 2006)

Por otro lado, nuestro país es parte de la “Convención sobre el comercio internacional de especies amenazas de fauna y flora llevada acabo en 1975” la cual establece en su Art. 4 “que la exportación de cualquier espécimen de una especie…requerirá la previa concesión y presentación de un permiso de exportación, el cuál únicamente se concederá una vez satisfechos previos requisitos establecidos”.

En los anteriores ejemplos presentados con respecto a los casos de biopiratería en nuestro país, no existe ningún tipo de documento que demuestre un proceso legal que permita la exportación de las ranas expropiadas en 1973, como así también en el caso de la “ayahuasca” en 1996 (Galaraza, 2006). Por lo tanto, debido a las leyes y a los convenios establecidos a nivel Internacional de los cuales el Ecuador es parte, la exportación y tráfico de bienes naturales mencionados, constituye un acto delictivo e ilegal efectuado por “científicos de alta categoría” y “empresas serias comprometidas con el medio ambiente”.

Dicen que en la vida todo tiene su precio, en especial la belleza. En este caso, la riqueza, la grandeza, la bastedad, la diversidad y la extensa cantidad de flora y fauna existente en el Ecuador y en todos los países sudamericanos tienen un alto riesgo de ser robados, explotados y devorados biológica y ambientalmente por los países “Desarrollados de primer mundo” que bajo una mentalidad euro centrista, tratan de apropiarse ilegalmente del conocimiento ancestral de los pueblos indígenas americanos que durante siglos, han desarrollado y practicando métodos de curación a base de sustancias y plantas naturales utilizadas en la “medicina ancestral indígena”. ¿Acaso no seria un tanto legal y sobre todo ético, que las ganancias a base de estos “redescubrimientos” sean compartidos equitativamente con los pueblos legítimamente dueños?, ¿Acaso no seria un acto de caballerosidad y valentía compartir el reconociendo internacional que estas entidades desarrolladas reciben por el supuesto descubrimiento de las propiedades curativas encontradas en la flor y fauna sur americana? Sí, acciones como estas podrían ocurrir si viviéramos en un mundo equitativo, respetuoso y ético, pero lamentablemente, todas las sociedades internacionales se basan bajo preceptos racistas que tienen de por medio intereses políticos, sociales y económicos que solo demuestran una cosa, los países “desarrollados” siguen siendo igual de ambiciosos por los recursos y bienes naturales de los países verdaderamente ricos llamados “tercermundistas”. Hace siglos, el hambre era por el oro, ahora el hambre depredador es por los recursos naturales que constituyen el patrimonio ecológico de los pueblos americanos.

Fuentes utilizadas:

Gallardo, L. (2001). Las patentes a la vida y a la biopiratería. Consultado el 28 de marzo del 2010 en: http://www.accionecologica.org/index.php?option=com_content&task =view&id=111&Itemid=7666

La biopiratería, (2010). Consultado el 28 de marzo del 2010 en : http://www.biopirateria.org/spa/index.php

Carrillo Galarza, P.(2006). Ecu-42 ¿Un caso de piratería?. Consultado el 28 de marzo del 2010 en : http://www.biodiversityreporting.org/article.sub?docId=18850&c=
Ecuador&cRef=Ecuador&year=2006

Piratería, (26 de junio de 1996). Diario Hoy. Recuperado el 28 de marzo del 2010 en : http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/biopirateria-4777-4777.html

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